Accidente con un ciclista

accidente con un ciclistaLa semana pasada llegó mi primer accidente de tráfico. Fue con un ciclista. No pasó nada grave: el ciclista se dio un buen golpe contra el parabrisas pero aparentemente solo tenía raspaduras en las manos y un pequeño golpe en el pómulo. En cuanto a mi coche, los daños fueron aparatosos, sobre todo para el parabrisas que quedó totalmente destrozado. A continuación paso a narrar en detalle cómo se produjo el accidente, los pasos que di después y algunos consejos que seguro te vienen bien si te sucede un caso similar.

El accidente se produjo cuando circulaba por una calle de doble sentido con coches aparcados a ambos lados. Varios metros antes de un cruce había un coche estacionado en doble fila, ocupando todo mi carril. El coche no tenía puestas las luces de emergencia ni tampoco había nadie en su interior, por lo que solo me quedaba como opción quedarme en mi carril esperando a que llegara el conductor mal estacionado o bien rebasarle por el lado izquierdo. Los carriles estaban separados por líneas discontinuas, así que decidí pasar al lado del vehículo estacionado en doble fila, señalizando la maniobra e invadiendo con precaución y a velocidad muy reducida parte del carril contrario. Hasta ese punto no vi ningún vehículo ni bicicleta circulando ni de frente, ni detrás de mí, ni tampoco en la calle del cruce (una calle de sentido único a la derecha). Fue en ese momento, varios metros antes de llegar al cruce con el ceda el paso, cuando apareció de repente un ciclista girando a velocidad elevada (a más de la que iba yo), recorrió unos dos o tres metros hacia mí y su bicicleta impactó con fuerza contra la parte frontal de mi vehículo, cayendo el ciclista sobre la luna delantera y rompiéndose la misma.

Es muy importante indicar que la invasión parcial del carril contrario la realicé antes de que el ciclista ni siquiera hubiera girado. Es decir, en el momento de traspasar mi carril para superar al vehículo estacionado en doble fila yo no vi ningún vehículo circulando en el carril izquierdo ni en la calle adyacente. Por tanto, el accidente no consistió en que circulando la bicicleta por su carril yo invadiera el mismo y embistiera contra ella, sino, por el contrario, consistió en que, encontrándome yo parcialmente en el carril contrario sin ver ningún vehículo en las inmediaciones, la bicicleta llegó (probablemente oculta a mi vista por los coches estacionados enfrente), giró y chocó contra mí en dicho carril.

A causa de la velocidad que llevaba, el ciclista se subió al capó, impactó con la luna delantera y ésta se astilló totalmente, quedando una parte hundida hacia el interior del coche. Gracias a Dios ni yo ni mi mujer sufrimos daños físicos. La luna (de marca Pilkington) cumplió perfectamente su función, y pude comprobar la resistencia de este tipo de cristales y cómo se deforman y aguantan. Solo saltaron pequeñísimos cristales que no nos causaron daño alguno, quedando la luna sin desprenderse.

Tras unos segundos de estupor comprobando si estábamos bien, mi esposa y yo salimos del vehículo para prestar ayuda al ciclista. El ciclista ya estaba en pie, plenamente consciente, y andaba con normalidad. Solo presentaba raspaduras leves en las manos. Tanto yo como mi esposa le preguntamos si quería una ambulancia, pero el ciclista dijo que no. Aproveché que él entró a un bar cercano y aparté el coche para no obstruir la circulación. Mi mujer me dijo luego que había visto huir al conductor del vehículo estacionado en doble fila cuando salimos del coche.

El estado de nervios en el que queda uno cuando se produce algo así hace que la cabeza no funcione del todo bien, aunque intenté mantener la calma. Llamé al seguro y no escuchaba apenas lo que me decían, debido al ruido de la calle. Me dijeron que llamara a una ambulancia si era necesario. Le pregunté al ciclista otra vez y me dijo que no. En ese punto lo más recomendable quizás habría sido rellenar el parte y dárselo a firmar. Como no sabía muy bien qué hacer, y pensando que el ciclista tuviera algo más de lo aparente, decidí llamar a la policía local. Se presentaron en poco más de 10 minutos, y actuaron bastante bien. Nos preguntaron nuestra versión a cada uno por separado y tomaron fotos.

En la puerta del bar situado casi enfrente del lugar del accidente, desde donde se tiene buena visibilidad, había tres personas que estaban conversando de pie entre ellas instantes después del accidente, sin que yo pueda determinar si estaban allí justo cuando aconteció el accidente. No hablé con ellas ni les pedí identificación debido al nerviosismo y a la acumulación de circunstancias, pero sí le indiqué a uno de los agentes que ellos podrían haber sido testigos de los hechos, ante lo cual uno de los agentes conversó con ellos. Según me enteré después, parece que su opinión era favorable al ciclista.

La bicicleta solo tenía el manillar descolocado y la cadena salida. Mi coche quedó con el parabrisas roto, así que llamé al seguro para que mandaran a la grúa. Aunque el nerviosismo y mi preocupación por el ciclista me impidieron evaluar con detenimiento o fotografiar los daños en mi vehículo, observé que la luna delantera quedó astillada y metida ligeramente hacia dentro, quedando el interior del vehículo lleno de pequeños cristales. Asimismo observé arañazos en los faros delanteros y marcas en el capó. Una pieza al lado del capó también parecía estar un poco hundida.

Uno de los policías me dijo que consideraba que yo era el culpable, debido a la invasión de carril, pero me tranquilizó diciendo que no era nada grave y que podía pasarle a todo el mundo. De hecho, la policía dejó el furgón en doble fila y todo el mundo lo rebasaba pasándose al carril izquierdo incluso a ras de cruce (o sea, mucho peor de lo que yo hice, ya que rebasé a un vehículo más pequeño que un furgón, a varios metros del cruce y sin invadir del todo el carril). Hasta uno de los policías le dijo a un conductor que tuviera cuidado porque se podía producir otro accidente. Yo no tenía muy clara la culpabilidad al 100%, porque era el ciclista quien giraba y venía bastante rápido, pero en ese momento lo que más me preocupaba era que el hombre estuviera bien.

Tanto yo como mi mujer observamos que el ciclista tenía una pequeña contusión en la zona del pómulo derecho cercana al ojo, por lo que le aconsejamos llamar a una ambulancia, y también la policía se lo recomendó, así que aceptó. Tras llegar la ambulancia y observar al ciclista, el responsable de la ambulancia nos dijo que no nos preocupáramos porque no parecía tener fracturas ni nada importante, pero que debían llevarle al hospital para hacerle una revisión. La grua se llevó mi coche y ahí acabó todo.

Al día siguiente recibí una llamada de la policía local para ir a firmar el atestado (del que hablaré en otro artículo). Después del accidente estuve tres o cuatro días dándole vueltas a la cabeza, con dificultades para dormir. Tardé varios días en recuperar mi estado de ánimo. Solo cuando fui a la policía y firmé el atestado me quedé más tranquilo. Uno de los agentes me dijo que el ciclista estaba bien y que intentara olvidar el asunto porque a partir de ahí el seguro se haría cargo de todo.

Con el análisis que sigue no pretendo echarle la culpa al ciclista porque, sinceramente, prefiero que mi compañía de seguros se haga cargo de todo (y así se lo dije a ellos), a pesar de que, en el mejor de los casos, voy a tener que pagar una franquicia por los daños a mi coche. Tan solo quiero que se entienda que no siempre es tan fácil determinar un culpable, y que no siempre el culpable legal es “culpable moral” de un accidente.

En un accidente hay unos criterios de culpabilidad para ver quién se hace cargo de los daños. Esos criterios no siempre son justos. Partiendo de la base de que no bebo alcohol y de que mi velocidad era muy reducida cuando ocurrió el accidente (mi seguro me hace llevar un dispositivo telemático que controla la velocidad en todo momento), solo se trata de analizar las maniobras y las causas. Aunque, curiosamente, las causas casi nunca importan para estimar la culpabilidad en un accidente. Uno de los criterios más habituales para determinar la culpabilidad es considerar culpable a quien invade el carril contrario. Sin embargo, otro criterio de culpabilidad es considerar culpable al que gira. Aquí se dieron ambas circunstancias: yo invadí parte del carril contrario y el ciclista giró excesivamente rápido. Aunque no es un criterio determinante, digamos que también se tiende a dar la razón a un ciclista ante un coche, debido a que la bicicleta es un vehículo más frágil, el ciclista no está obligado a tener seguro, se presupone que el coche debe ir más rápido que la bicicleta, etc. Así que digamos que la balanza parece inclinarse hacia el ciclista al determinar la culpa.

Aún asumiendo que no se debe invadir el carril contrario sin causa justificada, la Ley de Tráfico indica en su artículo 37:

“Cuando en un tramo de vía en que esté prohibido el adelantamiento se encuentre inmovilizado un vehículo que, en todo o en parte, ocupe la calzada en el carril del sentido de la marcha y salvo que los casos en que la inmovilización responda a las necesidades del tráfico, podrá ser rebasado, aunque para ello haya de ocupar parte del carril izquierdo de la calzada, después de haberse cerciorado de que se puede realizar la maniobra sin peligro.”

Yo me cercioré de que no había ningún vehículo en dicho carril en el momento de hacer el desplazamiento, y mi velocidad era muy reducida cuando iba ya a dirigirme de nuevo al carril derecho para llegar al cruce. El ciclista venía girando a una velocidad lo suficientemente alta como para no permitirle frenar ni pasar por el espacio que tenía a la izquierda de mi vehículo, que era más que suficiente para evitar el choque.

En cuanto a los giros, el artículo 28 de la Ley de Tráfico dice:

“El conductor de un vehículo que pretenda girar a la derecha o a la izquierda para utilizar vía distinta de aquella por la que circula, tomar otra calzada de la misma vía o para salir de la misma, deberá advertirlo previamente y con suficiente antelación a los conductores de los vehículos que circulan detrás del suyo y cerciorarse de que la velocidad y la distancia de los vehículos que se acerquen en sentido contrario le permiten efectuar la maniobra sin peligro, absteniéndose de realizarla de no darse estas circunstancias. También deberá abstenerse de realizar la maniobra cuando se trate de un cambio de dirección a la izquierda y no exista visibilidad suficiente.”

¿Cuál fue el problema? Que el ciclista venía rápido, con auriculares, y no se cercioró de que podía efectuar el giro sin peligro. Porque hubo una clave en este accidente: ambos íbamos circulando por una vía distinta cuando hicimos nuestras respectivas maniobras. Yo invadí el carril contrario cuando él aún no estaba en mi vía (de hecho no le vi, porque la otra vía estaba sin visibilidad a causa de coches aparcados), y él giró cuando aún no estaba en mi vía (obviamente no me vio tampoco, porque si me hubiera visto habría disminuido la velocidad y habría frenado). Así pues, ¿qué hice yo mal para ser culpable? Sí, es verdad que en el momento del choque yo estaba invadiendo el carril izquierdo y el ciclista estaba en su carril, y tal vez desde un punto de vista formal eso me convierta en culpable, pero si nos atenemos a las causas que provocaron el accidente entonces mi culpabilidad ya no está tan clara. Como dije, las causas no suelen importar en los criterios de culpabilidad, porque lo que se tiene en cuenta es una especie de foto en el instante del choque. Si en esa “foto” estás donde no debías estar, entonces eres el culpable, y da igual todo lo que pasara antes de la foto (lo que provocó la maniobra, la velocidad a la que venía el otro, etc).

Yo identifico tres causas del accidente:

  1. El individuo que deja su coche estacionado en doble fila, sin ni siquiera usar las luces de emergencia. No era una emergencia, porque además huyó cobardemente en cuanto escuchó el accidente. Es el típico irresponsable que entra a comprar alguna cosa o a charlar con alguien y deja el coche mal aparcado cerca de un cruce.
  2. El ciclista que, a pesar de la falta de visibilidad y de ir probablemente distraído escuchando música, hizo un giro a velocidad elevada sin cerciorarse de que podía hacer la maniobra sin peligro.
  3. Yo, que a pesar de que el artículo 37 de la Ley de Tráfico me permite invadir el carril contrario para rebasar a un vehículo inmovilizado en mi carril, debí prever que podía producirse una situación así, quedándome detrás de ese vehículo más tiempo, tocando el claxon, etc. Esto es algo que no hace nadie, pero a partir de ahora tendré mucha más precaución ante una situación así e incluso llamaré a la policía local para que multen al que aparque en doble fila creando peligro.

¿Quién fue más culpable de los tres? Eso se lo dejo al lector. Lo que sé es que quien dejó el coche aparcado en doble fila, en caso de haberse quedado allí en vez de huir, solo habría recibido una multa por aparcar mal, tal como me dijo el agente. Ya podía haber causado 20 muertos que no se le habría culpado del accidente. ¿No es terrible? Pues es así. Tal vez, y digo solo tal vez, la “justicia de tráfico” debería ir un poco más allá de la “foto del instante” y fijarse en una serie de fotos o en un vídeo completo de los hechos para valorar el grado de culpabilidad.

Lo más importante es que mi mujer y yo estamos bien, y espero que el ciclista también. La luna del coche está ya sustituida y solo queda arreglar algunos desperfectos leves en la chapa.

Además de proporcionarme un crecimiento espiritual, este accidente me ha servido para entender que no solo hay que estar atento a cumplir las normas sino que también es necesario prever que otros no las cumplan y tener mucha paciencia. El accidente no me ha producido miedo a conducir, pero debo reconocer que ahora voy con la atención al máximo y extremando la precaución porque sé que el peligro está en cualquier esquina. Ah, y si eres de los que aparcan el coche en doble fila cerca de un cruce, te aviso, ¡voy a quedarme detrás tuya y llamar a la policía local para que te multen!

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5 comentarios en “Accidente con un ciclista

  1. Siento mucho el accidente que has sufrido. Según lo que has relatado yo veo un cúmulo de mala suerte. Te has visto obligado a adelantar porque había un vehículo estacionado incorrectamente y el ciclista iba con una velocidad inadecuada que no le permitio ver tu vehiculo ni frenar con suficiente antelación. La única culpa que veo tuya es el adelantamiento, que te has visto obligado a hacer, yo hubiera hecho igual y no hubiera esperado a que esa persona le hubiera dado la gana aparecer. Veo mas culpable al ciclista.

    Me alegro que el accidente no te hay hecho coger miedo a conducir.

    Un placer leerte, me alegro que tanto tú como tu mujer estéis en perfecto estado, ojalá el ciclista también.
    Un saludo.

    • Muchas gracias, Javier. Solo aclarar que cuando el vehículo está inmovilizado (estacionado, por ejemplo) no se le llama adelantamiento sino rebasamiento. El adelantamiento es solo entre vehículos en movimiento.

      Esta maniobra de rebasamiento es algo que hacemos a diario queramos o no. Ayer mismo me encontré con otro vehículo estacionado en doble fila en una vía de doble sentido, solo que esta vez estaba bastante lejos del cruce, tenía las luces de emergencia puestas y el conductor estaba dentro del coche. Aún así, me quedé detrás de él, toqué el claxon y él se apartó un poco a la derecha sin muchas ganas. Cuando pasé le hice un gesto con la mano indicando que no podía hacer eso, sobre todo porque había espacios libres para aparcar. En este caso tenía buena visibilidad para pasar y lo hice sin más, pero como se dé la circunstancia de que no esté al 100% seguro de que puede haber un accidente, prometo quedarme detrás y llamar a la policía local. Ya está bien de estos que piensan que la calle es suya y dejan el coche donde quieren causando peligro. A ver si se enteran que dejar un coche en doble fila en una calle de doble sentido puede provocar hasta muertes. Las multas deberían ser de 500€.

      Gracias por tu comentario. Un abrazo.

  2. Estoy totalmente de acuerdo. Debería de ser así, sobre todo si hay un carril para cada sentido, es muy peligroso, en ese caso, el rebasamiento. No todo el mundo lo va a entender así y van a apartarse con la amabilidad que tiene que corresponder. La policía local tiene que ponerse seria con este tipo de situaciones.

    Un abrazo.

  3. En el caso que tu automóvil no contara con el seguro correspondiente, ¿a quién le tocaría costear los gastos de reparación de ambos vehículos?

    • Si el accidente fuera entre un coche sin seguro y un ciclista, en caso de que el culpable del accidente fuera el conductor del coche, sería el Consorcio de Compensación de Seguros quien se haría cargo de los daños del ciclista, la bicicleta, etc. Pero el Consorcio no se haría cargo de los daños personales del conductor, ni del coche sin seguro, ni de los daños a las personas (o a sus bienes) que fueran dentro del coche a sabiendas de que tal vehículo carecía de seguro.

      Si la culpa fuera del ciclista sería él personalmente quien respondería de todos los daños causados (tanto propios como ajenos), excepto si tiene un seguro de hogar o específico para ciclistas que cubra este tipo de responsabilidad civil (algo que recomiendo tener a todo ciclista).

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